Como a una mariposa que se posa en tu camisa
Y vuelve a alzar el vuelo.
Te digo adiós.
Como a ese instante maravilloso del camino
Cuando al fin logras ver el cielo.
Adiós
A la brisa que ondulaba tu pelo,
Y acariciaba tu rostro de puro hielo.
Adiós.
No volveré a ver el amanecer en tus ojos,
Esmeraldas de entre el centeno,
Ni sentiré más tus caricias,
Que me llevaban al infierno.
Que vuelvan los momentos de soledad,
Que vuelva la luna a brillar en la noche,
Y se refleje en el mar mostrándote,
Pues tú le quitabas para mi todo su porte.
No volverán los trinos de los pájaros,
A cantar sobre mi tejado,
Ni volverá la primavera de nuevo,
A traerme el perfume de tu clavel ya marchitado.
Volarán tus alas de cristal.
Irás a donde no pueda tocarte,
Y te llevarás con tu vida mi vida
Encadenada a ti, mi sangre.
Que vuelvan los momentos de soledad,
Que vuelva la luna a brillar en la noche,
Y se refleje en el mar mostrándote,
Pues tú le quitabas para mí todo su porte.
Le digo adiós a tu música,
Tu voz de melodioso sonido,
Dulce cantar de un sordo quejido,
Maravilloso para mi oído.
Y déjame que llore en un rincón tu muerte,
Mientras recuerdo los momentos que pasamos juntos,
Mientras encuentro resquicios de tu alma,
Gravados a fuego en mi mente.
Que vuelvan los momentos de soledad,
Que vuelva la luna a brillar en la noche,
Y se refleje en el mar mostrándote,
Pues tú le quitabas para mí todo su porte.