Sobre un suelo de vinilos y cristales rotos suena la música del desasosiego. Con cada pisada se va escuchando un chasquido nuevo, con cada paso se rasgan las cortinas que retenían el día y la luz se filtra tan blanca que hiere, el mundo es blanco, mis ojos duelen.
Camino hacia alguna parte, alli la luz no ciega, alli no habrá miedo, no habrá tormenta, solamente caos, mi caos, mis adentros.
El viento se convierte en huracán, me cubro la cara, el polvo me ensucia el pelo, los escombros caen del techo. Todo se viene a bajo, y sin darme cuenta, vuelo.
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