Mientras tanto continúas con mi espalda, mi cuerpo desnudo no quiere impedir tus caricias y tu dedo desciende por mi columna, de forma que se curva, en un intento de escapar del violento aunque leve susurro de tu piel contra la mía. Pero no frenaste ante mi gesto. Seguiste hacia mis pupilas con tus ojos y el rojo de mis mejillas se hizo más intenso mientras tu mano seguía descendiendo y desvelando cada secreto inconfesable de mi cuerpo.
miércoles, 9 de febrero de 2011
- Minirelato erótico para el taller de literatura -
Bailamos juntos esta danza de fuego, envueltos en llamas nuestros cuerpos, se queman al rozarse, arden al contacto con cada movimiento. Tu mano oprime delicadamente mi cuello, ejerciendo la fuerza justa y deslizándose a veces sutilmente hacia el labio inferior, tu dedo índice lo acaricia, con la misma dulzura impasible del hielo, amable pero fiero, no te detienes y buscas en cada fibra el placer de conseguir mis gemidos con tus besos.
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Déjame que relea tus palabras, que mastique con levedad su sentido... que quieren conocer el entresijo de los signos enamorados, habitantes del cuerpo; déjame que te escriba en bellas palabras, si la razón no lo impide, el gesto y la mirada, la piel y el deseo, el inconfesable sentir de la huida del tiempo en el susurro de la insondable y profunda caricia.
ResponderEliminarinocente a la par que fogoso, me gusta.
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