Un texto magistral, una poesía, un pastel de chocolate bajo un día lluvioso, el calor de la hoguera en la noche y café en mano, tus labios en mi boca, el sol en primavera, el calor de las sabanas en las mañanas heladas de rocío, la brisa fresca en verano, el cálido soplo de tus manos, la tarde lluviosa y el paraguas que me ampara del diluvio, las puestas de sol, los abrazos que no se quieren terminar, la sonrisa de mi tristeza, la tristeza que compensa mi euforia, la ausencia, la compañía, el dolor, la alegría, las noches sin estrellas y las estrellas sin noche, el instante de plenitud, la conciencia de mis pesadillas, la razón de mis sueños, los sueños que no se recuerdan y los que no se olvidan, las horas en blanco, el día oscuro y el sol que ilumina los resquicios de cielo, las miradas brillantes, las que hieren, las palabras hermosas, la luna, el sonido del mar en las playas vacías, las nubes, las olas, el tiempo que pasa, el camino solitario, el viento que sopla cálido y envuelve por completo, la piel en el instante de la caricia, la magia, el polvillo brillante bajo el rayo de sol, las ventanas entreabiertas, los susurros, el placer, el miedo, los labios dulces y enardecidos. El llanto, el recuerdo dolorido y agarrotado por el polvo espeso y sucio del olvido.
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