Piensas que puedo quererte, maldita sea, y yo me encojo repasando cada vestigio del amor que se rompió hace siglos. Acaricio con toda la dulzura que me permiten estas manos heladas por el frío de tu ausencia, el corazón ajado y malherido que nunca latió por tus miradas. Porque lleva una eternidad muerto de incertidumbre y el veneno deshizo la carne.
No es que creas que te amé, es que tus pupilas, como agujas, inyectaron el amor en la sangre a conciencia y te aseguraste de que mis ojos al fin brillaran con una chispa de vida al contemplarte.
Pero estoy muerta. Es algo que nunca llegaste a comprender cuando te esfumabas queriendo que doliera tu ausencia.
Me dejabas siempre la misma flor nacarada sobre las manos, nunca supe cual era su nombre, y te ibas mirándome fijamente como mira un hombre al animal que obedece temeroso del castigo. Y te ibas. Sin mediar palabra que yo pudiera respirar luego en el aire. Esas palabras tuyas que siempre podía evocar cuando solo quedaba en el ambiente tu aroma y el hueco vacío de tu ausencia.
Y te ibas y no volvías, y yo rememoraba esos ojos azules, como el río que surca los jardines de esta casa, con el desdén melancólico que caracteriza a los enamorados.
Hasta que volvías para asegurarte de avivar el recuerdo y deshacer de nuevo el alma con esas palabras que usabas, tan elegantes y tuyas, que hechizaban hasta a las flores.
Recuerdo entonces el día en que decidiste guardarme para siempre en la caja de cristal en la que ahora me hallo confinada. Tu voz me confesó entonces que nunca perecería como lo hacía la fugaz belleza de las flores... y así dejé que tus brazos helados me abrazaran, dejándome caer en el juego sucio y solitario de la muerte.
martes, 6 de agosto de 2013
jueves, 1 de agosto de 2013
Armonía.
Dejad que mis letras os cuenten, pequeños, la grandeza del arte. Dejad que los ojos absorban cada melodiosa armonía que mis manos puedan escribiros, queridos, y permitid que las sensaciones os retuerzan el alma al contemplar la belleza sepulcral de la concordia.
Y en ese caso os deleitaré, si me lo permitís, con una íntima lección de existencia:
Decidme que no es puro el acto de cerrar los ojos y ver ciegos todo lo que no captan las pupilas. Y que nunca habéis alargado entonces la mano hacia ninguna parte, intentando reconciliaros con el viento en vano. Atreveos a exponer aquí que la vida no es hermosa, intrépidos ignorantes. Estúpidos vivos. Malditos muertos de indiferencia. El hastío no puede formar parte de este texto.
Venid, si os atrevéis a rebatirlo, a discutir si el agua no es magia sedienta de tierra estéril, o si la hierba no crece buscando la melodía del astro rojo y en su compás se quema y marchita. Vamos. Venid, escépticos, que negáis todo lo que no veis porque no veis más allá de lo que negáis, a discutir si no sopla el viento por enseñarle al cielo el constante paso de los hombres o si no suben las mareas porque están enamoradas de los montes e intentan llegar hasta sus faldas.
Reíos si os digo que las tormentas son solo el mal humor de la tierra pisoteada, que patalea con la lluvia todo lo que con los pies no puede. O si aventuro que los pájaros son solo proyecciones de la música en instrumentos vivos.
Todo existe porque nosotros lo creemos de tal manera.Venid ahora a discutirme si la vida no es más bella cuando se pinta sobre el lienzo de los ojos.
Y en ese caso os deleitaré, si me lo permitís, con una íntima lección de existencia:
Decidme que no es puro el acto de cerrar los ojos y ver ciegos todo lo que no captan las pupilas. Y que nunca habéis alargado entonces la mano hacia ninguna parte, intentando reconciliaros con el viento en vano. Atreveos a exponer aquí que la vida no es hermosa, intrépidos ignorantes. Estúpidos vivos. Malditos muertos de indiferencia. El hastío no puede formar parte de este texto.
Venid, si os atrevéis a rebatirlo, a discutir si el agua no es magia sedienta de tierra estéril, o si la hierba no crece buscando la melodía del astro rojo y en su compás se quema y marchita. Vamos. Venid, escépticos, que negáis todo lo que no veis porque no veis más allá de lo que negáis, a discutir si no sopla el viento por enseñarle al cielo el constante paso de los hombres o si no suben las mareas porque están enamoradas de los montes e intentan llegar hasta sus faldas.
Reíos si os digo que las tormentas son solo el mal humor de la tierra pisoteada, que patalea con la lluvia todo lo que con los pies no puede. O si aventuro que los pájaros son solo proyecciones de la música en instrumentos vivos.
Todo existe porque nosotros lo creemos de tal manera.Venid ahora a discutirme si la vida no es más bella cuando se pinta sobre el lienzo de los ojos.
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