Incide lentamente la mina contra el muro de mis sueños,
grabando a su paso por la superficie
el dibujo que va proyectando la luz del día,
negro y dulce carboncillo de sal y café.
De sal la mano que sujeta el cincel
que romperá el papel con cada trazado,
y encogerá líneas y lágrimas sobre piel derruida
y arrastrada, por los páramos malditos.
Canta a su paso sangriento por las nieves
de fuego blanco, manchándolas de gris y de humo,
recitando canciones siempreamadas y desconocidas,
adorando el recipiente de sus despojos.
Y ya rotos sus dedos y sus ojos,
de rozar contra el papel el lápiz,
como si estuviera tocando una sinfonía,
cansados los oyentes y los oídos,
se encontró con vida bajo las lineas del dibujo.
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