martes, 4 de enero de 2011

Tempestad


Las vistas al mar me conmueven, sobre todo si en las noches se reflejan en él las estrellas, el sonido arrullador de las olas se mezcla con la brisa suave y cálida de las velas, tú me susurras suavemente al oído y no llego a escucharlo, imagino palabras bonitas, cristales de dulce filo se rompen y me lastiman la vida. El mar se convierte en fuego, tus palabras en ira, tus manos me desvelan la mentira.
Miro a lo lejos, el océano no vacila y se ensancha a ambos lados de mi vista. Hacia donde ir lo decidirán el viento y la brisa.
Y las velas se izan y se tersan ante la tempestad, pero no se rompen. Así demuestran su valía.

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