Es como quien ama sin ser amado, o quien besa sin entregarse de lleno a los labios sedientos del contrario. Es como secar sin lágrimas los orbes desgastados o reír sin remedio cuando se produce ese roce desesperado.
Y entonces sucumbir a la caricia tan tierna y morir en su abrazo.
Como quien retrasa el contacto para que se desgaste la distancia y se acorte por pura inercia, como si el baile de miradas fuera en vano.
Como si no fuera a coger tu mano.
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