sábado, 5 de octubre de 2013

Hoy rememoro aquellos días en los que ni siquiera nos cogíamos de la mano. Allí estabas tu, tan entero, mirando tras el cristal de aquel tren. Si, y es que en mi opinión, entre esas vías comenzó nuestra historia. Una historia que tenía fecha y final asegurado aunque estuviera escrita con la caligrafía más hermosa y aunque las expresiones que la conformaran hayan sido las más intensas e insondables jamás escritas por el hombre. No pretendo hacer de esto una cascada de lágrimas por haberte perdido, si no una pequeña oda a todo lo que gané contigo y a todo lo que en ti me perdí.
Fuiste los días más soleados en invierno y las lluvias más fuertes en verano, pero fuiste y eso es todo lo que importa. Porque, la verdad, todo se veía más luminoso cuando caminábamos sin rumbo con el único fin de perdernos. El regreso a casa no importaba en absoluto si estábamos juntos.

¿No te acuerdas de todos aquellos colores? No puedo recordar aquellos tiempos sin darme cuenta de que las noches, aunque fueron muchas, dejaron de sentirse oscuras. Porque nos rodeaba la magia ¿te acuerdas? esa que ahora no soy capaz de revivir. Y es que nada es como entonces.

Debemos habernos hecho mayores, "André".