domingo, 19 de febrero de 2012

Desazón.

Sublébense malditos exaltados que no acatan las normas de una legislatura corrupta y escuchen el sonido que deja el haber gritado en vano. Ecos y susurros de una sociedad cansada de aceptar las injusticias de los que imponen sus justas leyes, que no son más que chatarra pintada de oro, fácilmente malograble.
Rompan sus cadenas y apaguen el fuego que hace reales a sus sombras, líbrense de la penumbra y contemplen la luz del día, comprobando como existe algo más allá de muro de piedra en que se proyectan.

domingo, 12 de febrero de 2012

Grecia.

                        


QUE ALGUIEN APAGUE EL FUEGO DE NUESTROS CIMIENTOS.



Can't stop the dreamers.

Nos miramos los unos a los otros y nos cogemos de las manos, con la vista puesta en el horizonte el futuro nos indica el camino, y caminamos por los senderos de espinos acercándonos al alba, dejando que los pinchos nos lastimen los andares pero manteniendo firme el alma.
"¡Avancen cretinos!"
Unamos las voces, todos a una. Gritémosle al mañana, cantemos nuestros cantos. Resquebrajada la esperanza y entero el coraje. En pie la vida, la muerte no existe para los soñadores.
"¡Sueñen ilusos!"
Cerramos los ojos, alzamos las manos, abrimos los corazones, visualizamos el sendero. El mundo es sueño, la decisión es nuestra.

domingo, 5 de febrero de 2012

Éste mundo en que vivimos.

Y mientras vomito encima de la inmundicia, mis entrañas se retuercen de pura repulsión, las páginas y páginas de este libro escrito por sabandijas y sapos malolientes hacen que caiga sobre mis rodillas. Aborrezco cada página, cada milímetro de tinta seca sobre el papel mojado por mi bilis. Ojalá se pudra, ojalá se resquebraje como lo hacen sus subyugados personajes y se rasguen sus hojas tanto como las palabras de su gente. Aúllo como un lobo herido hacia el maldito trozo de papel que cuenta las historias de nuestras vidas, que rige nuestras acciones y delimita nuestros movimientos aborreciendo cada letra, odiando cada episodio de esta historia sin trama que nos obliga a formar parte de su guerra sin sentido, de sus malditas contiendas sin tregua, por un fin indeterminado que solo ansían los indeseables.
"¡EN PIE!"
Y me levanto sobre mis piernas, pisando todo lo fuerte que me permiten estos pies de esclava, y arremeto contra el condenado cuento de nuestras vidas, pisoteando, horrorizada, el relato de una sociedad marchita.